Uno de los materiales más comunes en superficies es la cerámica, que cuenta con una enorme variedad de diseños entre los que elegir, es duradera, elegante y fácil de mantener. Por ello, en la entrada de hoy os vamos a dar una serie de consejos para limpiar vuestros suelos y que luzcan tan impecables como el primer día.
La importancia de la instalación
Hay un aspecto esencial para que nuestros suelos de cerámica se conserven a la perfección. Nos estamos refiriendo a la instalación previa, que debe llevarse a cabo por profesionales expertos. De lo contrario podrían producirse desperfectos que a medio plazo provocarían el deterioro de la superficie.
La primera limpieza
Una vez instalado el suelo tenemos que esperar al menos cinco días para comenzar con la primera limpieza. Esto depende estrechamente de la temperatura, por lo que en los meses cálidos el secado será más rápido que en invierno. Puedes usar la calefacción o una estufa para acelerar el proceso y si la superficie de cerámica se encuentra en el exterior, lo mejor es cubrirla para aislarla de la humedad.
Esta limpieza de obras consiste en la retirada del cemento y otros elementos que hayan quedado adheridos al suelo, así como el material empleado en el rejuntado. Te aconsejamos que utilices una escoba de púas duras para barrer la superficie en seco y posteriormente pases la fregona. En los casos más complicados no nos quedará otra que recurrir a algún producto desincrustante.
Lo que no debes hacer
Ten mucho cuidado con los productos de limpieza que usas para eliminar los restos de obras y evita aquellos que contengan componentes abrasivos. De igual forma, no emplees una espátula o instrumento similar para rascar, ya que posiblemente rayes la superficie y será muy complicado devolverle su aspecto original.
Consejos para limpiar los suelos de cerámica
Las juntas de unión y las esquinas suelen ser las zonas donde más se acumula la suciedad y el polvo, siendo además de difícil acceso. En estos casos es conveniente usar un cepillo de dientes viejo en una solución con vinagre y detergente. Lo mejor es que primero hagas una prueba en una parte poco visible para ver si los productos usados afectan a la cerámica.
Si no funciona puedes agregar a la mezcla un poco de amoníaco, pero en este caso extrema los cuidados. Dos cucharadas por cada medio litro de agua es lo ideal y como hemos mencionado anteriormente, primero has de probar sus efectos. Si no daña la superficie usa un paño suave para eliminar la grasa, ayudándote también de un cepillo de dientes.
Una vez eliminado los restos de suciedad en las juntas y esquinas pasamos un trapo ligeramente humedecido por el suelo. En este paso solo es necesario agua limpia, sin ningún producto adicional. Y por último, para aumentar el brillo de la cerámica lo secamos.
Mantenimiento constante
Como ves, cuidar los suelos y superficies de cerámica es algo muy sencillo. Sin embargo, para conseguir el mejor resultado es necesario que realicemos un mantenimiento constante de los
mismos. En este sentido, es suficiente con una limpieza semanal y evitaremos que la suciedad se acumule facilitando aún más la tarea.